miércoles, 13 de febrero de 2008



CUARTO DISPARO

La luz se reflejaba en su cuerpo dotándole de una luminosidad fantasmagórica, el se giro desde la ventana y la observo, parecía tan diminuta tumbada en la cama, su pecho se agitaba mientras se mecía en los brazos de un sueño perturbador.

Busco a tientas la cajetilla de tabaco mientras se servia otro vaso de bourbon y pensaba en como se había desencadenado todo desde la salida de aquel bar del centro.

Miro el reloj y se vistió, aun era pronto pero no quería estar ahí cuando ella despertase.

Salio en silencio con la práctica de un maestro en ese tipo de escapadas y bajo las escaleras, al cruzar la puerta le dijo al conserje del motel que la despertase dentro de unas horas.

Se convenció de que aun no era hora de ir a casa y se dirigió al Chatsubo con la esperanza de encontrar allí unas largas piernas con zapatos de aguja negros y un cigarrillo largo entre unos labios carmín.

Mientras pedía un taxi sonrió.

Memorias de Mulechan Cáp.3

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